Cada diez años, la revista ‘Sight & Sound’ elige las mejores películas de todos los tiempos, y de entre estas la mejor de todas (que casi siempre ha sido ‘Ciudadano Kane’) empeño absolutamente utópico por innecesario. También sería interesante reflexionar por qué tantos le han hecho tanto caso a esa publicación británica, antes que a otras. Y dentro de dos años, en 2012, volverán a hacer su lista, y será publicada a bombo y platillo, y los periodistas de medio mundo se harán eco de ella. Si revisamos, por cierto, la lista actual, ya huele un poco a rancio, por su falta total de coraje, aunque algunas (no sólo la de Welles, también ‘The Godfather, part II’, ‘Cuentos de Tokyo’, o ‘Amanecer’) son bastante incontestables.

Yo, por supuesto, haría una lista bastante diferente. No pondría, ni mucho menos, a ‘2001, una odisea del espacio’ entre ellas, ni a ’8 y 1/2’. Pero tampoco pondría a ‘Star Wars’, que no es una de las mejores películas de todos los tiempos, pero sí que es, y lo voy a argumentar, la más importante película de la historia del cine. Aunque ese tipo de listas no suelen hacerse, y sería más interesante que una supuesta categoría de “las mejores”.

La dificil gestación de un proyecto único
Espero que, mientras leen estas líneas, estén escuchando el corte que he añadido arriba del todo. Así entramos con más facilidad en materia. Por supuesto, ‘La guerra de las galaxias’ es mucho más que cine, a estas alturas. Cualquier comentario, o casi, vertido acerca de ella suena a redundante, reiterativo. Y su “univero expandido” es tan enorme (videojuegos, libros, muñecos), que excede, con mucho, el acontecimiento cinematográfico. Pero centrémonos en el cine que, durante veintiocho años de saga y seis películas, ha significado esta saga, auténtico empeño de su máximo responsable, George Lucas, por crear una “space opera”, acerca de cuya gestación se han dicho muchas mentiras.

La primera de todas ellas es que sea una saga pensada desde un principio como trilogía de trilogías, o por lo menos como una trilogía. En realidad, y tras el éxito de la magistral ‘American Graffiti’, Lucas deseaba llevar a la gran pantalla una adaptación de su venerado ‘Flash Gordon’, cuyas aventuras había devorado desde chaval. Pero los derechos no estaban disponibles, con un proyecto ya desarrollado pero congelado (y buena prueba de ello, es que con el éxito de la película de Lucas, tuvimos aquella divertida ‘Flash Gordon’ de Mike Hodges en 1980), que le obligó a replantearse su deseo de filmar aventuras espaciales. Como resultado: desarrollar su propia historia.

Resulta un poco cansino, por no decir algo peor, escuchar todavía a Lucas, o a alguno de sus antiguos colaboradores, insistir en el hecho de que Lucas tenía, antes de la primera película, varias historias en mente, cuando hay multitud de evidencias que confirman justo lo contrario. Sea como fuere, el proceso de escritura de una historia propia, fue largo y dificultoso. La historia, y los personajes, sufrieron muchísimas variaciones a lo largo de numerosos borradores. Starkiller se convirtió en Skywalker, y los Jedi (palabra que proviene de la expresión japonesa Jidaigeki, que denomina un género dramático ambientado en el Japón de la era Edo) sufrieron múltiples transformaciones. En cuanto a los Sith, es un término que ni siquiera aparece en la primera película.

La única razón de que Lucas pudiera llevar a cabo su proyecto fue el éxito rotundo de ‘American Graffiti’, que superó las más optimistas expectativas. De hecho, en cierta medida, ‘Star Wars’ es algo así como un ‘American Graffiti’ espacial, y lejos de ser un defecto, esto se convierte en una de sus muchas virtudes. El rodaje fue un verdadero infierno, por muchas razones, entre ellas el ajustado presupuesto, o el infernal rodaje en Túnez. Cuentan que durante la primera semana de rodaje se habían gastado uno de los diez millones presupuestados, y que a Lucas le dio un conato de infarto que casi le manda al hospital, tras lo cual decidió no volver a dirigir una película en su vida, mientras no ostentara el control absoluto.

El deseo era el de imitar, en cierta medida, la calidad técnica de ‘2001’, aunque quedaron muy lejos de ella. Si bien es cierto que con ‘Star Wars’ se ensayaron multitud de nuevas técnicas de efectos especiales que cuajarían de manera impresionante en la segunda parte de la saga. Lucas, por otra parte, quería, como en aquella, música clásica para vestir la película. Su amigo Spielberg le sugirió, sin embargo, que se hiciera con los servicios de John Williams. No hace falta decir que Lucas hizo muy bien en seguir su consejo. Fue uno de los muchos aciertos de un cineasta limitado en ciertos aspectos, pero visionario en bastantes otros.

“El estreno de ‘Star Wars’ es la llegada de la comida rápida basura al cine americano”

-Brian de Palma

Esta fue una de las reacciones más virulentas, después de un pase privado con sus amigos Spielberg y De Palma, entre otros cineastas de su generación. Coppola, algunos años antes, había acusado a Lucas de “intelectualoide” por su extraña y diferente ‘THX-1138’, algo que, sin embargo, no pudo achacar a esta. Spielberg fue el más entusiasta, sabía que esta película iba a resultar todo un hallazgo a un nivel popular, y que el cine americano ya no volvería (porque no podía), volver a ser el mismo.

Chapucera pero extraordinaria aventura
Con ‘Star Wars’ comienza el cine moderno. Así de sencillo. Por supuesto que no es una isla a partir de la cual surja todo lo demás. Eso por descontado. Se enmarca en una época revisionista y rejuvenecedora que no hubiera sido posible durante la época de los grandes estudios. Así mismo, su marcado tono jovial, efusivamente luminoso, se encuadra a la perfección en un momento de inseguridad industrial y de dubitativos modelos narrativos. De hecho, Lucas va a contracorriente en unos años setenta en los que los Spielberg, Scorsese, Coppola y compañía cogen los antiguos géneros y estilos hollywoodienses y de alguna forma los transforman, buscando la perversión del clasicismo. La única perversión que conocerá Lucas es la del reverso tenebroso de la fuerza.

¿Por qué una película de tan abierta vocación comercial, tan juvenil, y técnicamente tan poco depurada, se convierte en la crucial aventura que cambia el cine? A fin de cuentas, hablamos de la historia de un mocoso, una marimacho, un chuloputas cínico y un felpudo con patas, cruce entre oso y chihuahua. De hecho, los ejecutivos de la Fox, viendo los copiones diarios, se temían el mayor de los ridículos. La más importante razón, a mi entender, de que en lugar de ese posible ridículo, se llegara a este gran triunfo, es la perfecta asimilación por parte de Lucas de varias cruciales tendencias filosóficas, la integración de diversos mitos antiquísimos, y la depuración de un género, el fantástico, a través del uso de elementos propios de la Sci-fi.

Sólo un visionario del talento de Lucas (talento solo comparable a su olfato comercial, que le llevó a firmar la apropiación de todos los derechos de merchandising, despreciados por los ejecutivos de la Fox, que poco después, supongo, sentirían deseos de tirarse por un puente atados a una roca gigante…) pudo mezclar las aventuras samurai de su gurú Kurosawa, con aprendizajes Zen, con mitos del viaje de héroe europeo y griego, con mitología “new age”. Un batiburrillo al que su amor por la más genuina y juvenil aventura da forma con precisión abrumadora. Y sabiendo, además, actualizar los arquetipos: el mago reconvertido en maestro guerrero (Obi-Wan), el muchacho reprimido que iniciará un viaje espiritual (Luke), el aventurero cínico que conocerá una redención ideológica (Han), la princesa rescatable que finalmente rescata a los rescatadores, con una mala leche capaz de responder a tiranos y villanos de toda índole (Leia), el malvado guerrero de capa negra (ha habido pocos en la historia del cómic, ¿verdad?) mitad hombre mitad droide, inquebrantable y despiadado, sobre cuya atormentada personalidad comenzará a girar la saga en el futuro (Vader), el castillo encantado del que será casi imposible salir y que es prioridad destruir (la Estrella de la Muerte), los corceles famosos de los héroes (el Ala X, el Halcón Milenario).

Por encima de su tosquedad, se desprende, inicialmente (y en este especial, toca hacer crítica aparte de la primera película) una belleza subyugante, una fe o un aspecto espiritual que es, creo yo, uno de los motivos del enganche emocional de varias generaciones a este relato, un arrollador coraje y confianza en la aventura primitiva que la sitúa muy por encima de historias aventureras quizá más depuradas técnica o estilísticamente, pero no a un nivel de mera historia. Existe, en el corazón de este proyecto, un amor por el cine, por la aventura, por los personajes, que no conoce ni el mismo Spielberg, con la salvedad de ‘E.T.’, y todavía lejos de este milagro.

‘Star Wars’ lo cambió todo. A partir de entonces, cobró mucha mayor importancia el marketing. Renovó el interés por scores elaborados y sinfónicos (ya lo había hecho ‘Jaws’, del mismo Williams, pero aquí mucho más). Inauguró la categoría de herramienta esencial de los efectos especiales de toda clase (maquetas, pantallas azules, animaciones, maquillajes). Evidenció la falta de cultura cinematográfica de la mayoría de sus imitadores (llegando hasta nuestros días, con los astutos, brillantes, pero pobres en cine puro Wachowski o Jackson). Entregó el cine a los adolescentes. Para bien o para mal, ‘Star Wars’ significó el principio de una nueva era, mientras que otras películas de mucho mayor prestigio, como ‘Ciudadano Kane’ (no precisamente la que más me impresiona de Welles, por cierto), recogían y cristalizaban los adelantos técnicos y narrativos acumulados hasta entonces. La de Lucas, sin embargo, reencontraba en el cine el espacio de la aventura infinita, de los sueños hechos realidad.

Porque no existe película más famosa que ‘Star Wars’. Porque ‘Star Wars’ es sinónimo de cine-espectáculo, de acudir a la sala a maravillarse, una y otra vez. Porque el impacto en la cultura popular de esta saga está a años luz (nunca mejor dicho) que el de otras como ‘El señor de los anillos’ o ‘Matrix’. Sin embargo, sin ella no existirían éxitos grandiosos como el de ‘Avatar’. Porque sus valores éticos siguen significando una lucha contra la opresión, una búsqueda de la libertad individual y colectiva, de la dignidad y lo mejor de cada uno de nosotros. Porque su historia sigue siendo la de la fraternidad, la amistad, la lucha, el valor, la redención, el perdón y el éxtasis de vivir.

Docenas de ediciones en VHS y DVD después, ahora que sabemos que saldrán a la venta las ediciones en Blu-Ray, parece tan buen momento como cualquier otro para adentrarnos de nuevo en este gozoso, extático cine que es ‘Star Wars’.

Fuente: www.blogdecine.com